Restaurando el cristianismo original—¡para hoy!
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Enero 17, 2023
Queridos hermanos,
Mientras avanzamos al nuevo año civil, necesitamos recordar el viejo dicho, “Entre más cambian las cosas, más permanecen lo mismo.” Con esto dicho, la siguiente pregunta es, “¿Será capaz de cambiar algo la nueva Casa de Representantes? Tal vez pueden cambiar algunas cosas, ¿pero hará realmente eso alguna diferencia? Sí, hay un gran número de representantes con buenas intenciones quienes estarán tratando de hacer las cosas mejores para USA. Pero ¿cuán lejos llegarán? Cuando leemos la profecía de Isaías sobre la condición de la nación (y del mundo), llega a ser aparente que los esfuerzos de los hombres serán escasos—cuando se compara con lo que Dios requiere en verdad. “Oigan, Oh cielos, y da oído, Oh tierra; porque el SEÑOR ha hablado, “He levantado y criado hijos, pero se han rebelado contra Mí. El buey conoce a su dueño, y el burro el pesebre de su señor; pero Israel no Me conoce; Mi pueblo no entiende.” Ah, nación pecadora, un pueblo cargado con iniquidad, una semilla de malhechores, ¡hijos que lidian corruptamente! Han abandonado al SEÑOR; han provocado al Santo de Israel a ira; han marchado hacia atrás.
“¿Por qué deberían ser golpeados más? Ustedes se rebelarán más y más; la cabeza entera está enferma, y el corazón entero desmaya. Desde la planta del pie incluso hasta la coronilla no hay solidez en ello; solo heridas y moretones y llagas putrefactas; no han sido cerradas, ni vendadas, ni calmadas con ungüento. Su país es una desolación, sus ciudades están quemadas con fuego. Extraños devoran su tierra justo en su misma presencia, y es desperdiciada, como derrocada por extraños.… Salvo que el SEÑOR de los ejércitos nos hubiera dejado un remanente muy pequeño, habríamos sido como Sodoma; habríamos llegado a ser [borrados] como Gomorra” (Isaías 1:2-7, 9).
A pesar de todos estos problemas, Dios ofrece la solución verdadera—¡y es espiritual! “Oigan la Palabra del SEÑOR, gobernadores de Sodoma; den oído a la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.… Lávense ustedes mismos, límpiense ustedes mismos; repudien el mal de sus obras de delante de Mis ojos; cesen de hacer el mal; aprendan a hacer el bien; busquen juicio, reprueben al opresor. Juzguen al huérfano, aboguen por la viuda. Vengan ahora, y razonemos juntos,” dice el SEÑOR. “Aunque sus pecados sean como escarlata, serán tan blancos como la nieve; aunque sean rojos como carmesí serán como la lana. Si están dispuestos y son obedientes, comerán lo bueno de la tierra…. ” (versos 10, 16-19).
Esta es la solución—arrepentimiento del pecado y volver a Dios y obedecerlo. El profeta Joel también proclama: “Por tanto incluso ahora,” dice el SEÑOR, “vuélvanse a Mi con todo su corazón, y con ayuno, y con lamento, y con luto. Sí, desgarren su corazón y no sus vestidos, y vuélvanse al SEÑOR su Dios; porque Él es graciable y misericordioso, lento para la ira, y de gran bondad, y se arrepiente del mal” (Joel 2:12-13).
Pero si no hay arrepentimiento, entonces Isaías advierte, “Pero si se rehúsan y rebelan, serán devorados con la espada;” porque la boca del SEÑOR lo ha hablado” (Isaías 1:20).
A pesar de los billones de Biblias en el mundo, esto permanece un gran misterio para la mayoría de la gente—incluso a la mayoría de quienes profesan ser cristianos. ¿Por qué? Porque ellos verdaderamente no creen las Escrituras ni tampoco obedecen lo que Dios ordena. Por ejemplo, el otro día estaba hablando con un hombre quien, después de declarar que él era un “cristiano armeniano,” me preguntó: “¿Por qué hay tantas iglesias ‘cristianas’ en el mundo? ¿Por qué no puede haber sólo una? ¡Todo esto es muy confuso para mí!” Le dije que la verdad era muy simple en verdad—“La gente quiere decirle a Dios que hacer, ¡en vez de hacer lo que Dios les dice que hagan! Además, los hombres creen que pueden mejorar sobre la perfecta Palabra de Dios al adicionar sus propias ideas humanas, tradiciones y festivos.” Aunque él estuvo de acuerdo con la respuesta, como lo estaría mucha gente, él no tenía ni idea de lo que estaba diciéndole. Así que dejé que meditara en la respuesta que le di.
Esto es exactamente como dijo Jesús de los líderes religiosos de este mundo: “No todo el que me dice, ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino del cielo; sino aquel que está haciendo la voluntad de Mi Padre, Quien está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día [el día del juicio—y todos tienen que ir delante de la silla de juicio de Cristo a dar cuentas de sí mismo], ‘Señor, Señor, ¿No profetizamos por medio de Tu nombre? Y ¿No echamos fuera demonios por medio de Tu nombre? Y ¿No hicimos muchas obras de poder por medio de Tu nombre?’ Y entonces les confesaré, ‘Nunca los conocí. Apártense de Mí, ustedes quienes obran ilegalidad’” (Mateo 7:21-23). Sí, tienen “una apariencia exterior de piedad, pero [están] negando el poder de la verdadera piedad” (II Timoteo 3:5).
Mientras la mayoría de “cristianos” son sinceros sin duda, creen que son enseñados por sus profesores—y que lo que están haciendo es “correcto.” Después de todo, sus profesores usan la Biblia, ¿cierto? Pero no usan la Biblia entera. Y no enseñan que la desobediencia trae ceguera espiritual—una realidad que hacen creer, una ilusión. Tampoco comprenden que Satanás el diablo está engañando activamente a todo el mundo (Apocalipsis 12:9) a través de sus siervos—líderes religiosos y del gobierno. Bajo la influencia de este engaño, la gente está caminando “de acuerdo al curso de este mundo, de acuerdo al príncipe del poder del aire, el espíritu [Satanás] que está ahora trabajando dentro de los hijos de desobediencia; entre quienes también todos nosotros una vez tuvimos nuestra conducta en las lujurias de nuestra carne, haciendo las cosas deseadas por la carne y por la mente, y éramos por naturaleza los hijos de ira, así como el resto del mundo” (Efesios 2:2-3).
La gente de este mundo vive en engaños—en una “realidad falsa.” Exactamente como escribió Isaías: “Será incluso como cuando un hambriento sueña, y he aquí, él come, pero despierta y su alma está vacía; o como cuando un hombre sediento sueña, y he aquí, él bebe; pero despierta, y he aquí, está débil y su alma esta anhelante.… ¡Estén aturdidos y asombrados! ¡Cieguen sus ojos y sean ciegos! Ellos están borrachos, pero no con vino; tambalean, pero no por bebida fuerte, porque el SEÑOR ha derramado sobre ustedes el espíritu de sueño profundo, y ha cerrado sus ojos; Él ha cubierto a los profetas y a sus gobernantes, y a los videntes. Y la visión de todos ha llegado a ser para ustedes como las palabras de un libro que esta sellado, el cual ellos dan a uno que es aprendido diciendo, “Por favor lee esto,” y él dice, “No puedo, porque está sellado.” Y el libro es entregado a quien no es aprendido, diciendo, “Por favor lee esto,” y él dice, “No soy aprendido.” Y el SEÑOR dijo, “Porque este pueblo se acerca a Mí con sus bocas, y con sus labios Me honran, pero su adoración de Mí es conforme a las tradiciones de hombres aprendidas por rutina, y su temor hacia Mi es enseñado por los mandamientos de hombres” (Isaías 29:8-13).
Sí, los hombres quieren ser religiosos y dar servicio de labios a Dios—mientras se deleitan en sus propias obras y tradiciones. La mayoría de la gente cree que Dios aprueba sus caminos, incluso cuando saben que muchas de sus prácticas son en realidad paganas y contrarias a la Palabra de Dios—como los festivos religiosos del mundo. Consecuentemente, Dios ciega sus ojos y su entendimiento. Note: “Por tanto, he aquí, procederé a hacer otra vez una obra estupenda entre este pueblo, incluso una obra estupenda y una maravilla, porque la sabiduría de sus sabios perecerá, y la sabiduría de sus inteligentes desaparecerá [llegan a ser tontos (Romanos 1:18-22)]”” (Isaías 29:14).
Pablo escribe sobre la ceguera del mundo traída por el engaño de Satanás: “Pero si nuestro evangelio es escondido, es escondido para aquellos que están pereciendo; en quienes el dios de esta era ha cegado las mentes de aquellos que no creen…” (II Corintios 4:3-4).
Este es el “camino amplio” que lleva a muerte, como dijo Jesús: “porque ancha es la puerta y amplio es el camino que lleva a la destrucción, y muchos [la mayoría del mundo] son aquellos que entran a través de ella” (Mateo 7:13). Este es el camino del mundo y el mundo ama lo suyo (Juan 15:19). De otro lado, Dios nos ordena no amar el mundo—esto es, no vivir y hacer como el mundo hace. Juan escribió, “No amen al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si cualquiera ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que está en el mundo—la lujuria de la carne, y la lujuria de los ojos, y el orgullo pretencioso de la vida física—no es del Padre, sino es del mundo. Y el mundo y su lujuria está desapareciendo, pero aquel que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (I Juan 2:15-17).
Mientras todas las religiones claman un camino a Dios, sus reclamos son en verdad vacíos y sin valor. De hecho, muchos de ellos tuercen y distorsionan la Palabra y el camino de vida de Dios en rebelión y terquedad contra Dios: “¡Ay de aquellos que van al fondo para esconder sus propósitos del SEÑOR! Y sus obras están en la oscuridad, y dicen, “¿Quién nos ve? ¿Y quién nos conoce?” ¡Ciertamente, ustedes han volteado las cosas al revés! ¿Será el alfarero considerado como el barro de alfarero; porque la obra dirá de quien la hizo, “Él no me hizo?” ¿O la cosa formada le dirá a quien la formó, “Él no tuvo entendimiento?”” (Isaías 29:15-16).
¿A quién hace Dios responsable? Primariamente, Él culpa a los ministros, profetas y sacerdotes. El profeta Ezequiel expone el gran error y rebelión de ellos: “Hay una conspiración de sus profetas en medio de ella, como un león rugiente desgarrando su presa. Ellos han devorado almas; han tomado el tesoro y cosas preciosas; ellos hicieron muchas viudas en medio de ella. Sus sacerdotes han hecho violencia a Mi ley [al clamar que ha sido abolida] y han profanado Mis cosas santas. No han puesto diferencia entre lo santo y lo profano, y no han enseñado la diferencia entre lo impuro y lo puro, y HAN OCULTADO SUS OJOS DE MIS SÁBADOS, y Yo soy profanado entre ellos.… Y sus profetas se han cubierto ellos mismos con blanqueador, viendo visiones falsas y adivinando mentiras hacia ellos, diciendo, ‘Así dice el Señor DIOS;’ cuando el SEÑOR no ha hablado” (Ezequiel 22:25-26, 28).
Dios no ve esto como una simple ignorancia o carencia de conocimiento de los líderes religiosos. Él declara esto por lo que es en verdad—una ¡conspiración deliberada! A pesar de billones de Biblias disponibles en casi todo idioma (Marcos 13:10), han cerrado sus ojos a la verdad. Si ellos buscaran la Palabra de Dios, podrían saber la verdad. Pero ¡la han rechazado! Así, no entienden la Biblia ni comprenden el plan de Dios para la humanidad.
Por ejemplo: Todo el mundo sabe que la celebración de navidad no es encontrada en la Biblia. Pero dado que se les dijo que eso conmemora el nacimiento de Jesús, están deseosos de continuar en el engaño de que es una práctica cristiana autorizada. La gente cree que su “bondad” es aceptada por Dios, aún si es mala—porque son sinceros. Pero Dios no la acepta—bajo ninguna circunstancia. La respuesta de Dios es clara: “Pero al malvado Dios dice, “¿Qué derecho tienes para declarar Mis estatutos, y tomar Mi pacto en tu boca? Sí, odias ser enseñado, y echas Mis palabras tras de ti. Cuando viste un ladrón, entonces estuviste complacido de estar con él, y has tenido parte con adúlteros.
“Das tu boca al mal, y tu lengua enmarca engaño. Te sientas; hablas contra tu hermano; calumnias al hijo de tu propia madre. Estas cosas has hecho, y He guardado silencio; pensaste que era como tú, pero te reprenderé, y las colocaré en orden ante tus ojos. Ahora considera esto, tú que olvidas a Dios, no sea que te desgarre en pedazos, y no haya nadie que libre” (Salmo 50:16-22).
Dios acusa a los líderes del gobierno así como a los políticos. “Sus gobernadores en medio de ella son como lobos desgarrando la presa, para derramar sangre y destruir almas, para conseguir ganancia injusta” (Ezequiel 22:27). ¿No describe esto perfectamente a los líderes de los gobiernos de este mundo? La mayoría empiezan con medios modestos y ¡terminan ricos! ¿Cómo? Se llama política—mentir, engañar y robar.
Como resultado, ¿qué clase de sociedades han creado las así llamadas naciones “cristianas”? En vez de amor, amabilidad, bondad, honestidad, justicia y verdad, ¿qué encontramos? Isaías da la respuesta: “Ay de aquellos que atraen iniquidad con cuerdas de vanidad, y pecado con cuerdas de carreta; quienes dicen, “¡Dese Él prisa y acelere Su obra, para que podamos verla; y que el propósito del Santo de Israel se acerque y venga, para que podamos saber!” ¡Ay de aquellos que llaman al mal bien y al bien mal; que ponen oscuridad por luz y luz por oscuridad; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!
“¡Ay de aquellos que son sabios a sus propios ojos, y prudentes a su propia vista! ¡Ay de aquellos que son poderosos para beber vino, y hombres de fuerza para mezclar bebida fuerte: quienes justifican al malo por un soborno, y quitan la justicia del justo de él! Por tanto como el fuego devora el rastrojo, y la llama quema la paja; su raíz será como podredumbre, y sus flores subirán como polvo porque han desechado la ley del SEÑOR de los ejércitos, y despreciado la Palabra del Santo de Israel. Por tanto, la ira del SEÑOR está encendida contra Su pueblo, y Él ha extendido Su mano contra ellos, y los ha afligido… En todo esto Su ira no está apartada, sino Su mano está extendida inmóvil” (Isaías 5:18-25).
Las religiones y gobiernos de este mundo son ciegas y corruptas porque han rechazado la Palabra de Dios como el estándar para vivir. Por tanto, todos los problemas que vemos son el resultado del juicio y corrección de Dios, el cual viene automáticamente porque las leyes y mandamientos de Dios están activas y funcionales sobre todos todo el tiempo—individuos, comunidades y naciones. Este es el mundo en el que vivimos, y este continuará de esta forma hasta el regreso de Jesucristo y la primera resurrección de los santos a vida eterna.
¿Cómo debemos vivir en el mundo, pero no ser parte del mundo? Mientras aun vivimos en el mundo, Dios dice que no debemos ser del mundo—de esta “Babilonia la Grande.” El apóstol Juan escribe: “Porque todas las naciones se han emborrachado del vino de la furia de su fornicación, y los reyes de la tierra han cometido fornicación con ella, y los comerciantes de la tierra se han vuelto ricos a través del poder de su lujo.” Y escuché otra voz desde el cielo, diciendo, “Sal de ella [no viva como el mundo lo hace], pueblo Mío, para que no tengas parte en sus pecados, y no recibas de sus plagas, porque sus pecados han llegado tan lejos como el cielo, y Dios ha recordado sus iniquidades” (Apocalipsis 18:3-5).
Vivimos en este mundo, pero no somos parte de este mundo—esto es, no vivimos como el mundo vive. En Su oración final antes que Él fuera arrestado, Jesús oró al Padre por nosotros: “Pero ahora vengo a Ti [Padre Santo]; y estas cosas estoy hablando mientras aún en el mundo, para que puedan tener Mi gozo cumplido en ellos. Les he dado Tus palabras, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, así como Yo no soy del mundo. No oro que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, así como Yo no soy del mundo.
“Santifícalos en Tú verdad; Tu Palabra es la verdad. Así como Me enviaste al mundo, Yo también los he enviado al mundo. Y por amor a ellos Me santifico a Mí mismo, para que ellos también puedan ser santificados en Tú verdad. No oro por éstos solamente, sino también por aquellos que creerán en Mí a través de su palabra; que todos ellos puedan ser uno; así como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti; que ellos también puedan ser uno en Nosotros, para que el mundo pueda creer que Tú sí Me enviaste” (Juan 17:13-21).
Estamos separados del mundo y santificados por la verdad de Dios. Además, estamos santificados por el Espíritu Santo de Dios. Aunque vivimos en el mundo, y debemos ser una luz al mundo, no somos parte del mundo—¡Babilonia la Grande!
¿Qué es lo que hacemos que verdaderamente nos separa del mundo? Lo primero es amar a Dios y guardar Sus mandamientos. Emparejado con el Espíritu Santo de Dios en nosotros, este es el fundamento de nuestra relación con Dios. Jesús nos ordenó: “El primero de todos los mandamientos es, ‘Oye, Oh Israel. Nuestro único Dios es el Señor, el Señor. Y amarán al Señor su Dios con todo su corazón, y con toda su alma, y con toda su mente, y con toda su fuerza.’ Este es el primer mandamiento. Y el segundo es como este: ‘Amarán a su prójimo como a ustedes mismos.’ No hay otro mandamiento más grande que estos”” (Marcos 12:29-31).
Jesús también adicionó otro mandamiento de amor. Debemos amarnos unos a otros como Jesús mismo nos ama: “Un nuevo mandamiento les doy; que se amen el uno al otro en la misma forma en que Yo los he amado, así es como deben amarse el uno al otro.… Como el Padre Me ha amado, Yo también los he amado; vivan en Mi amor. Si guardan Mis mandamientos, vivirán en Mi amor; así como Yo he guardado los mandamientos de Mi Padre, y vivo en Su amor. Estas cosas les he hablado, para que Mi gozo pueda vivir en ustedes, y que su gozo pueda ser pleno. Este es Mi mandamiento: Que se amen uno al otro, como Yo los he amado” (Juan 13:34; 15:9-12).
En su primera Epístola, Juan nos dice cómo debemos vivir en el amor de Dios y amarnos unos a otros. “Hijitos míos, no deberíamos amar de palabra, ni con nuestras lenguas; más bien; deberíamos amar en hecho y en verdad. Y en esta forma sabemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de Él, que si nuestros corazones nos condenan [porque no estamos haciendo bien las cosas], Dios es más grande que nuestros corazones, y sabe todas las cosas. Amados, si nuestros corazones no nos condenan, entonces tenemos confianza hacia Dios. Y cualquier cosa que podamos pedir recibiremos de Él porque guardamos Sus mandamientos y practicamos aquellas cosas que son agradables a Su vista.
“Y este es Su mandamiento: que creamos en el nombre de Su Hijo Jesucristo, y que nos amemos los unos a los otros, exactamente como Él nos dio mandamiento. Y aquel que guarde Sus mandamientos está viviendo en Él, y Él en él; y por esto sabemos que Él está viviendo en nosotros: por el Espíritu el cual Él nos ha dado” (I Juan 3:18-24).
En vez de conformarnos al mundo, debemos tener nuestras mentes renovadas y transformadas a través del poder del Espíritu Santo. Pablo escribe: “Los exhorto por tanto, hermanos, por las misericordias de Dios, a presentar sus cuerpos como un sacrificio vivo, santo y bien agradable a Dios, el cual es su servicio espiritual. No se conformen ustedes mismos a este mundo, sino sean transformados por la renovación de sus mentes para que puedan probar lo que es bien agradable y bueno, y la perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:1-2).
Es por eso que oramos y estudiamos cada día. Este es el proceso de salvación. Crecemos y vencemos diariamente mientras desarrollamos la mente de Cristo (Filipenses 2:5). Crecemos en amor y gracia mientras amamos a Dios y guardamos Sus leyes y mandamientos por el poder del Espíritu Santo. Mientras nos rendimos a Dios, Él escribe Sus leyes y mandamientos en nuestros corazones y mentes—de modo que siempre estaremos caminando en el camino del Señor: “Y por este estándar sabemos que lo conocemos: si guardamos Sus mandamientos.… Si cualquiera está guardando Su Palabra, verdaderamente en aquel el amor de Dios está siendo perfeccionado. Por este medio sabemos que estamos en Él. Cualquiera que reclame vivir en Él está obligándose a sí mismo también a caminar incluso como Él mismo caminó” (I Juan 2:3, 5-6).
Note lo que Pedro escribió de nuestra conversión y transformación de vivir como el mundo vive a vivir en la forma de Dios: “Consecuentemente, dado que Cristo ha sufrido por nosotros en la carne, ármense a sí mismos también con la misma mente porque aquel que ha sufrido en la carne ha dejado de vivir en pecado Para este fin: que no viva más su tiempo restante en la carne para las lujurias de los hombres, sino para la voluntad de Dios. Porque el tiempo pasado de nuestras vidas es suficiente para haber hecho la voluntad de los gentiles, cuando nosotros mismos caminábamos en libertinaje y lujuria, y éramos corrompidos con vino, parrandas, bebidas e idolatrías desenfrenadas. Viendo esta diferencia en su comportamiento, están asombrados que ustedes no corren con ellos en las mismas corrupciones desbordantes [en sus fiestas paganas a sus dioses], y los insultan” (I Pedro 4:1-4).
Pablo también escribió acerca de salir de este mundo para vivir el camino de Dios a través de Jesucristo. “Así entonces, declaro y testifico esto en el Señor que ustedes ya no deben caminar incluso como el resto de los gentiles están caminando, en la vanidad de sus mentes, teniendo su entendimiento oscurecido, siendo alienados de la vida de Dios a través de la ignorancia que está en ellos, por la dureza de sus corazones. Ellos han desechado todos los sentimientos, y se han rendido a sí mismos al libertinaje, a obrar cada impureza con deseo insaciable.
“Pero ustedes no han aprendido así a Cristo; si ciertamente lo han escuchado y han sido enseñados en Él, de acuerdo a la verdad en Jesús: Que concerniente a su antigua conducta, ustedes se quiten el viejo hombre, el cual es corrupto de acuerdo a la lujuria engañosa; y que sean renovados en el espíritu de su mente; y que se pongan el nuevo hombre, el cual es creado en justicia y santidad de la verdad de acuerdo a Dios” (Efesios 4:17-24).
Finalmente, Pablo escribe del máximo estándar de nuestra conducta: “Por tanto, sean imitadores de Dios, como hijos amados; y caminen en amor, incluso como Cristo también nos amó, y Se dio a Sí mismo por nosotros como una ofrenda y un sacrificio de aroma perfumado a Dios” (Efesios 5:1-2).
Así es como debemos vivir en el mundo, pero no ser parte del mundo.
Hermanos, mientras estamos viviendo en estos tiempos difíciles, acerquémonos a Dios cada día en oración sentida y en el estudio de Su Palabra. Así es como continuamos creciendo en gracia y conocimiento mientras desarrollamos carácter piadoso y amor en preparación al regreso de Jesucristo—entonces podremos reinar con Él mientras Él gobierna y trae salvación a este mundo.
Damos gracias a Dios el Padre y a Jesucristo por Su bondad y misericordia. Nuevamente, les damos gracias por su amor y fidelidad a Dios y unos a otros. Gracias por sus oraciones por nosotros y unos por otros. Gracias por su constancia en diezmos y ofrendas, especialmente en estos tiempos difíciles. Oramos que Dios continúe bendiciéndolos en todo, y que Dios vele por ustedes y los proteja en toda forma. Oramos por ustedes diariamente, por su salud y su sanidad a través del amor y gracia de Dios.
Con amor en Cristo Jesús,
Fred R. Coulter
FRC